En honor al excelente trabajo (Blog de Artur Sala) desarrollado por Alberto Borrás Gabarró (1927 - 2023)
En la novela “La Isla Misteriosa“ publicada en 1874, Julio Verne, por medio del ingenioso y enciclopédico ingeniero Cyrus Smith, se sirve para divulgar la aplicación conocimientos de Física y Química de la época que permitirían la supervivencia y ciertas comodidades a aquel grupo de náufragos en una isla deshabitada. Cuando el reportero Gedeón Spillet, ante el creciente desarrollo industrial, (Sic) se muestra preocupado por el agotamiento de los yacimientos de carbón, Cyrus le responde “No, mi amigo, antes que el carbón se acabe, el agua lo sustituirá”. En su anterior novela, Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, el Capitán Nemo asegura que el Nautilus utiliza agua como combustible.
Cuarenta años antes. entre 1833 y 1834, Michael Faraday enunció las leyes de la electrolisis, la escisión de moléculas con la separación de elementos por medio de la electricidad, ya sospechados por Galvani y Volta a finales del XVIII y comprobados por Nicholson y Ritter en 1800. El fenómeno electrolítico más divulgado, es precisamente la disociación de la molécula de H20 en hidrógeno y oxígeno mediante una corriente eléctrica. El hidrógeno, positivo, se dirige al electrodo negativo, cátodo, y el oxígeno, negativo, al electrodo positivo, ánodo, y se liberan en cantidades directamente proporcionales de estos elementos a la cantidad de energía eléctrica utilizada. Una unidad faraday, equivalente a 96.500 culombios, o 26,80 amperios/hora, libera un equivalente químico de cualquier elemento. En 9 gramos de l agua, 1 gramo de hidrógeno y 8 gramos de oxígeno. En la electrolisis del agua, los átomos de hidrógeno y oxígeno, al combinarse para formar moléculas H2 y O2, liberan gran cantidad de calor, en total 163 KCals por mol de agua (18 gramos). Por ello las células de electrolisis se calientan mucho, una energía que se pierde. Cuando en la mezcla de 2H2 + O2 se recombina por combustión, se liberan solo 58 KCals por mol del agua escindida. Sin embargo, para obtener esta cantidad de gas, han sido necesarios 2 x 26,80 amperios/ hora, equivalentes a 461 KCals. Aparte de las 163 KCals perdidas en la formación de moléculas, y que hay que restituir en la combustión, está la energía consumida en la escisión del agua. La electrolisis del agua, requiere que ésta sea buena conductora de la electricidad, para lo cual debe contener un electrolito, ácido o álcali, usualmente ácido sulfúrico o sosa cáustica, entre el 1 y 10 % del agua. La electrolisis del agua destilada, o de la red, sin apenas sales, según el proceso de Faraday, es totalmente imposible.
Según las leyes descubiertas por Faraday, es imposible hacer funcionar un motor con el hidrógeno obtenido de una célula de electrolisis alimentada por un generador movido por ese motor. Equivale a un movimiento continuo, que atenta contra el 2º Principio de la Termodinámica. Además habría que restar las pérdidas por fricción y calentamiento. Sin embargo, el hidrógeno combinado con los carburantes habituales, se ha utilizado en motores con mucho éxito. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Alemania construyó grandes dirigibles para vuelos transatlánticos, como el Hindenburg, que utilizaban hidrógeno como medio ascensional, pues el helio estaba monopolizado por EEUU. Durante el vuelo, a medida que sus motores diesel iban consumiendo carburante, el dirigible perdía peso, lo que obligaba a soltar hidrógeno para mantener una altitud constante. Para no desperdiciarlo, se les ocurrió introducirlo en los motores por la entrada de aire, y quemarlo junto al gasoil. Así, se encontraron que la autonomía del dirigible aumentaba en un 25 %. De acuerdo a los más simples cálculos, un gramo en este caso de carburante, contrarresta al poder ascensional de 0,8 litros de hidrógeno, que contienen 0,07 gramos de H2, o sea un 7 % con respecto al carburante, y con solo este 7 % aumentaba la autonomía en un 25 %. Naturalmente, había otra perdida de peso de los desechos del pasaje, pero era insignificante comparada con la del combustible. Este hecho, hizo que se investigara en laboratorio la eficiencia de mezclas de hidrógeno y carburantes, encontrando que una pequeña adición de hidrógeno mejoraba extraordinariamente el rendimiento, en una proporción muy superior a la calculada teóricamente según el balance energético. Ello se debía en parte a que la rapidez de propagación de la explosión del hidrógeno era muy superior a la del gasoil, lo que proporcionaba una mayor energía cinética a los pistones, pero solo era una parte de la explicación. Los dirigibles con hidrógeno desaparecieron y el asunto se aparcó.
Cuando un genial inventor asegura que ha descubierto que hace funcionar un automóvil mediante hidrógeno obtenido por electrolisis con la corriente generada por la dinamo o alternador, y la noticia es comentada por ingenieros y físicos, la respuesta es que es un fraude, o con la mejor voluntad, una interpretación errónea del inventor, ya que las conclusiones de Faraday son indiscutibles y el 2º Principio de la Termodinámica no puede soslayarse. Faraday estaba en lo cierto y de acuerdo a sus hallazgos, ello es imposible. Apoyándose en este axioma, y con la colaboración de poderes fácticos interesados en la supresión de estos inventos, y sin una comprobación rigurosa, se han ridiculizado y suprimido inventos que no tienen explicación según las leyes al uso.
Ello es cierto en un sistema cerrado con un potencial energético limitado, pero considerando un medio abierto a otros potenciales, estas posibilidades existen. El 2º Principio sigue siendo válido, pero en un marco más amplio. Actualmente ya se admite y está probado, que el Universo contiene ingentes cantidades de energía, en un estado caótico y difícil de registrar empíricamente: la Energía del Punto Cero, (Zero Point Energy, o ZPE) que ahora algunos prefieren llamar Energía Oscura, que no es lo mismo, y que constituye el 72 % del Universo; su recíproco, la Materia Oscura el 23 %, y la materia que conocemos como tal, solo el 4,6 %.
Lo difícil es precisamente cohesionar esta energía caótica para obtener una fuente de energía inagotable; ya que se encuentra en una frecuencia altísima, inalcanzable con la tecnología actual. Con todo, cientos de inventores están experimentando con raros artilugios, que en ocasiones logran captar inexplicables energías. Experiencias poco reproducibles calificadas como pseudociencias. Pero también científicos de primera fila, se han encontrado con esas inexplicables energías, y su irracional resultado, ha hecho que cayesen en el olvido.
Hace 100 años, en 1909, Irving Langmuir, nacido en 1881, entró a trabajar en General Eléctric, en el departamento que investigaba la mejora de las bombillas incandescentes inventadas por Edison. Para optimizar la vida del filamento de tungsteno, estuvo experimentando con un montón de gases, nitrógeno, argón, helio, hidrógeno, CO2, etc. Al experimentar con hidrógeno, se encontró con un inexplicable fenómeno que no se producía con los otros gases: la emisión de una inexplicable energía, un enorme calor, superior a los watios consumidos, que desafiaba el 2º Principio de la Termodinámica. Después de minuciosos experimentos, comprobó que el hidrógeno normal, como moléculas biatómicas, en contacto con el filamento incandescente de tungsteno, se disociaba como hidrógeno atómico. Estos átomos de hidrógeno, al recombinarse otra vez para formar moléculas, emitían una energía muy superior a la absorbida para disociarse. Langmuir no encontró explicación satisfactoria insólita energía. Las mediciones con instrumentos muy precisos no encajaban con los cálculos. Niels Bohr se interesó en ello, sin poder aclarárselo. Posteriormente comprobó que el hidrógeno atómico también se producía en un arco voltaico (se conoce entre otros como soplete de Langmuir), logrando temperaturas entonces inalcanzables por otros medios, lo que abría grandes posibilidades para la soldadura. Como el objetivo era la mejora de las bombillas, el asunto quedó aparcado, y hasta un siglo después no se le ha prestado la debida atención.
Langmuir recibió el Premio Nobel de Química de 1932 por el descubrimiento de las leyes que rigen los fenómenos de superficie, y que han tenido aplicaciones extensísimas, desde la fibra óptica hasta los pegamentos, a pesar de que Bohr, conociendo sus trabajos con el hidrógeno atómico, lo había propuesto para el de Física. Pero quizás no era conveniente política y económicamente el divulgar ese asunto, y esos hallazgos permanecieron en el limbo durante casi un siglo. También es cierto que a principios del siglo XX, se ignoraba la posibilidad de la Energía del Punto Cero, y la anomalía que representaba este fenómeno, en contradicción con el 2º Principio de la Termodinámica limitado a la Física de entonces, lo hacía difícilmente merecedor del Nobel. Hasta los años 30, con Dirac, y años después, Feynmann, De Broglie, Wheeler, no se admitió una base teórica que justificara este fenómeno. A Langmuir se le debe el nombre de Plasma para el cuarto estado de la materia.
Nicholas Moller muestra en 2005 al entonces secretario general de la ONU Kofi Annan su dispositivo de hidrógeno.
Solo a finales del XX, Nicholas Moller (aquí el artículo oríginal en el que se inspira parte del artículo de Borrás Gabarró) desempolvó los trabajos de Langmuir y los estudió seriamente, publicándolos en Agosto del 2001, en le revista rusa traducida al inglés, como New Energy Technologies. Después de un análisis de las experiencias Langmuir y trabajos propios, Moller concluye que la disociación de hidrógeno molecular requiere 103 calorías por molécula gramo, y su posterior recombinación emite unas 90.000 calorías por molécula gramo. Un factor de ganancia energética COP (Coeficiente de Performancia) de casi 900. Ello posibilita procedimiento sencillo para obtención de energía calóríca en un circuito cerrado de hidrógeno que va pasando de forma molecular a atómica y viceversa.
El francés Jean Louis Naudin, después de leer este trabajo y de contactar con Alexander Frolov, editor de esta revista y cabeza de los Faraday Laboratorios de S. Petersburgo (actualmente el instituto sigue dirigido por Frolov), dedicados a energías no convencionales, y que había colaborado con Moller en verificar el fenómeno, decidió tomar armas en el asunto y replicarlo. Utilizó un sistema muy simple, una pequeña cámara hermética metálica con hidrógeno a una presión de 0,1 bar. Este hidrógeno circulaba en contacto con un filamento de tungsteno incandescente en zig-zag, lo que generaba un extraordinario calor. Circulando agua alrededor de esa cámara, el aumento de la temperatura del agua indica las calorías absorbidas por ella. Se hicieron un montón de pruebas, alimentando el filamento con distintos tipos de corriente eléctrica, alterna, continua, obteniendo los mejores resultados con pulsos de continua, y logrando una energía absorbida por el agua entre 5 y 20 veces superior a la energía consumida por el filamento de tungsteno, o sea un COP promedio de 12. Naturalmente, en este experimento, solo una pequeña parte del hidrógeno del circuito se disocia en átomos, y las pérdidas son importantes. Los resultados son variables, pero aún así, muy significativos. El modesto objetivo de Moller y Frolov, era la fabricación de un radiador eléctrico doméstico, dotado de un elemento calefactor con el efecto Langmuir, que consumiese 10 veces menos.
Jean Louis Naudin (www.JLNLabs.org) es el director de un centro o grupo de investigación francés que cuenta con abundantes recursos financieros y agrupa un personal, físicos, ingenieros, etc. muy cualificado, y dedicado a la comprobación rigurosa de inventos heterodoxos o imposibles según la ciencia académica, descubiertos por inventores “malditos”, sobre nuevas energías y sistemas de propulsión y levitación antigravitatorios e inerciales. Su política, es divulgar en su web muchos de sus ensayos, con toda clase de detalles e instrucciones para que cualquier capacitado pueda reproducirlos. De esta manera recibe información de los que lo han logrado y de otros inventos raros. Así, un sencillo artilugio levitador, que llama “lifter”, construido con madera de balsa y papel aluminio, se mantiene suspendido en el aire e incluso ha sido comprobado en un vacío casi absoluto. Ha sido reproducido más de trescientos veces en todo el mundo, incluido España. Es probable que este centro esté apoyado discretamente por el gobierno francés, que así se mantiene informado al día de nuevas posibilidades que la ciencia académica desdeña.
Parece que el átomo de hidrógeno, el más pequeño de todos, es capaz de entrar en resonancia con las altísimas frecuencias de este océano energético, y arrastrar esta energía hacia nuestro marco dimensional. Sustancias como el agua, una molécula muy simple con ese elemento, son especialmente idóneas para captar esa energía. Según Naudin, este fenómeno descubierto por Langmuir para producir calor, es mucho más sencillo, barato y reproducible que la Fusión Fría, que también es capaz de producir más calor que la energía consumida.
El hidrógeno atómico también puede obtenerse por electrolisis utilizando voltajes muy bajos, menos de 2 voltios, con amperajes muy intensos, y con corrientes continuas, pero pulsantes en agudos picos. Para permitir este alto amperaje, se requieren electrodos de gran superficie y electrolitos muy conductores, con hasta un 20 % de hidróxido sódico. Un procedimiento para obtenerlo, se ha divulgado con el nombre de Gas de Brown, Yull Brown el nombre inglés que adoptó un misterioso búlgaro llamado Ilya Velbov, que tampoco parece el verdadero inventor, pero sí el que ha tenido el mérito de divulgarlo. El Gas de Brown, en adelante GB, es relativamente fácil de obtener, y se han publicado procedimientos con toda clase de detalles. El inconveniente es que para facilitar un alto amperaje a voltajes inferiores a 2 V, se requieren células de gran tamaño. Sin embargo en el comercio ya se encuentran equipos para su utilización en soldadura, principalmente de fabricación coreana.
Es muy fácil saber si un hidrógeno está en forma molecular o atómica, ya que en forma atómica ocupa el doble de volumen por el mismo peso. En las células para obtener el GB, funcionando a menos de 2 V, según las fórmulas de electrolisis se obtiene una cantidad de gas casi el doble de lo que corresponde a los amperios/hora utilizados, lo que indica una mayor parte de gas en forma atómica y además, la célula se mantiene fría lo que excluye la recombinación exotérmica como H2. Para obtener un 100 % de gas en forma atómica, lo ideal sería no pasar de 1 voltio. A partir de 2 V, aumenta rápidamente la proporción de H2. La llama, al aire libre del GB, tiene una temperatura extraordinariamente baja, entre 129º y 137º C, o sea se puede pasar por ella la mano sin quemarse, pero al aplicarla a una cerámica refractaria, registra 3.100 º C y es capaz de sublimar el tungsteno, para lo que se requieran 6.000º C. Sin embargo, la llama del hidrógeno molecular, H2, con 2.800º C no es capaz de esas proezas, ya que una gran parte de su poder calorífico se consume en disociar su molécula. Un GB “perfecto” proporciona 3,8 veces más energía que una llama ordinaria de H2. Parece que la llama del GB es capaz de eliminar la radioactividad de algunos elementos. Indicaría que es capaz de inducir transmutaciones, lo que podría ser una solución para inactivar los residuos de las centrales nucleares. Ensayos que requieren gran precaución pues se pueden producir compuestos volátiles radiactivos. (Nota mía; en este vídeo se puede ver al original Yull Brown fundiendo una barra de Tungsteno como explica Gabarró. En resumen; los soldadores de gas de brown no tienen una temperatura fija de llama, es decir pueden soldar todo tipo de material incluso el tungsteno que funde a miles de grados y a continuación un plástico que funde a 60. Una vez más, esto solo se puede explicar si la energía proviene de fuera y no de dentro, característica que tiene el hidrógeno atómico implosivo en contra del hidrógeno molecular explosivo, allí donde no hay equilibrio termodinámico y por tanto donde no aplica la segunda ley. Esta energía sería la energía escalar fría descubierta por Tesla u orgón descubierto por Reich).
Se han hecho algunos ensayos para aplicarlo a automoción, y se ha podido comprobar que un motor al ralenti, ha funcionado el doble de tiempo con el mismo volumen de GB, que con hidrógeno molecular. Pero a pesar de ello, ni en la teoría ni en la práctica parece posible como único carburante. Sin embargo, su velocidad de explosión muy superior a la del hidrógeno molecular, (velocidad de propagación de la llama 3.000 m / segundo) e introducido en pequeña proporción, podría mejorar considerablemente la eficiencia de los carburantes habituales, superando los resultados que se obtuvieron con los dirigibles. Si una adición de un 0,5 % de GB sobre carburante, mejorara eficiencia de los carburantes en un 50 %, se requeriría, para un coche mediano, una enorme célula con una superficie de 5 m2 de electrodos capaz de proporcionar 500 l /hora de GB, que consumiría 1, 75 Kw. Casi 2.5 CV, con un monstruoso cableado, grueso como un dedo, para 1000 amperios. Desde el punto de vista energético quizás sería rentable, pero no práctico ni económico.
Philipp M. Kanarev, catedrático de Mecánica en la Universidad de Kuban y inventor de un motor de plasma.
El Dr Philipp M. Kanarev, catedrático de Mecánica Teórica de la Universidad Estatal Agraria de Kuban, Krasnodar, Rusia, en 2003, informa que los más eficientes sistemas de electrolisis, funcionando entre 1,6 y 2 V, con intensidades de centenares de amperios, consumen 4 KW/ hora, por metro cúbico de hidrógeno, que cuando es quemado aporta solo 3,55 KW/hora. Al parecer, se refiere al GB, pero no dice nada sobre si es hidrógeno atómico o molecular. Kanarev no es solamente un inventor, sino un científico inconformista que ha publicado un montón de libros sobre su concepto revolucionario de la Física que cuestiona a Einstein y a la Mecánica Cuántica, nuevos modelos del electrón, fotón, protón, nanotecnología… Basa sus inventos en sus teorías, que también explican los mecanismos de la Fusión Fría, por la que se ha interesado considerablemente, colaborando con el japonés Tadahiko Mizuno en sus experiencias utilizando agua ligera normal.
Este investigador intenta imitar el procedimiento electrolítico utilizado en las plantas en la fotosíntesis, para aportar el hidrógeno de las moléculas de carbohidratos, que requiere una energía insignificante, (Patente Rusia 2227817) con un método que utiliza bajos voltajes, y según afirma, con unos rendimientos muy superiores. Tampoco menciona que sea hidrógeno atómico. Utiliza una corriente pulsante 208,3 Hz, con agudos picos que ocupan el 16 % del ciclo.
Según las lecturas de voltímetro y amperímetro, la reducción de la energía consumida, es 12 veces menor, en comparación con el mejor procedimiento al uso, pero según los datos del osciloscopio, que registra el voltaje y amperaje del pico, es hasta 2.000 menos. El voltaje aplicado según voltímetro es de 11 V, pero según el osciloscopio, el voltaje real en los electrodos, durante el pico, que es cuando realmente se consume energía, es 0.062 V con un amperaje de 0,02 A. para 0,54 grs de agua. Representa 0.0023 W / hora por gramo de agua. 2,3 W/hora por litro de agua, que proporcionan 111,11 gramos de hidrógeno, 1,234 mc. Una electrolisis normal necesitaría 5 KW / hora, lo que indica una reducción de energía de 2000 veces. Por ello supone ese sistema es similar al de los vegetales. Llama la atención que al desconectar la célula de la corriente, se sigue liberando gas durante varias horas.
Demostración del generador de hidrógeno de Kanarev de 3Kw en 2002 Krasnodar, Russia. Año 2002. Genera 10 veces más hidrógeno que un sistema de hidrólisis convencional.
El procedimiento más conocido de Kanarev para la escisión del agua, cuya investigación empezó en 1995, se basa en un plasma electrolítico que se obtiene con una corriente pulsante en una cámara con un ánodo anular o cilíndrico. En 2002 hizo una demostración con una célula de 3 KW, un cilindro translúcido que durante el experimento emite una luminosidad rosada, y que produce grandes cantidades de hidrógeno, como mínimo 10 veces más por KW/hora que los más eficientes procedimientos de electrolisis y que mejorado, puede llegar hasta 100 o más veces. Esta célula, al desconectarla, sigue emitiendo hidrógeno durante mucho tiempo. Kanarev advierte que su industrialización y comercialización requieren muchas más investigaciones para garantizar una seguridad, ya que durante su funcionamiento se emiten peligrosas radiaciones. En la red hay información muy amplia sobre las publicaciones de Kanarev y sus otros inventos, como un artilugio que se enchufa en un grifo, y por el fenómeno de cavitación, y sin aparentemente ningún gasto energético, eleva la temperatura del agua. Lo que llama Generador de Calor Plasma eléctrico, con un rendimiento de un 150 %. La exportación de petróleo y gas, es la fuente de ingresos más importante de Rusia, y la divulgación de tecnologías que pudieran mermarla, no será del agrado de su gobierno. Después del 2005, Kanarev no ha proporcionado nueva información importante. A principios del XXI, Rusia mostraba una cierta abertura sobre energías no convencionales y se publicaban versiones inglesas, como la de la citada revista New Energy Technology. Ahora, desde la era Putin, esta información se ha cerrado y esta revista y otras ya no se divulgan. (dispongo de esta revista en su casi totalidad para el lector. Solo tiene que enviarme un correo privado y con sumo gusto le mandaré los originales)
Relacionada con el potencial energético del hidrógeno, está la discutida teoría del Hidrino, desarrollada por Randell Mills, al parecer una forma atómica de dimensiones más reducidas de este elemento en un estado cuántico fraccionado especial. El paso de hidrógeno a hidrino por medio de catalizadores como el helio y el potasio, desprende una enorme cantidad de energía, entre 10 y 20 veces más que la suministrada. La reacción hidrógeno a hidrino tiene lugar en un recipiente hermético de acero a unos 250º C. La compañía BlackLight Power Inc. asegura que ha invertido unos millones de dólares en el desarrollo industrial de este proceso, para equipos de generación de calor, y energía eléctrica. Parece relacionado con el descubrimiento de Langmuir, pero no es igual.
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Hasta ahora hemos explicado procedimientos que siguen más o menos las leyes de electrolisis, pero hay otros, incluso con corrientes alternas, que no tienen nada que ver con ellos, ya que pueden disociar aguas destiladas, aislantes a la corriente eléctrica, y con rendimientos muy superiores a los de la electrolisis de Faraday y sus modificaciones con bajos voltajes.
Uno de los más conocidos y predecesor, por los años 1960-70, es quizás el de Andrija Puharich, médico e ingeniero de origen yugoeslavo que estudió y residió en EEUU, y que ha publicado sus experiencias con mucho detalle. (US Patent 4,394,230)
Puharich había observado que débiles impulsos eléctricos aplicados con electrodos a sus pacientes, generaban ondas sónicas que el paciente percibía como sonido, y que incluso se podían escuchar con el estetoscopio. En experiencias in vitro con impulsos eléctricos como corrientes alternas, para comprobar los efectos disruptivos de resonancias eléctricas para disgregar coágulos de sangre inductores de trombosis, observó la formación de burbujas, que comprobó que eran de hidrógeno y oxígeno, cuando según electrolisis una corriente alterna no es capaz de disociar moléculas. Parecía que si se materializaban como ondas sónicas, se producían fenómenos de resonancia, y como la nota de un tenor puede romper una copa, una determinada frecuencia, al acoplarse con la de las moléculas de agua, las disgrega.
Pensando que estos impulsos se podían aplicar a la escisión de la molécula del agua, ideó un generador de hidrógeno en el que utilizaba corriente alterna. El truco estaba en dar con la frecuencia específica, y emitirla desde un electrodo ubicado dentro de una cavidad en forma de tonel, de dimensiones muy calculadas, para que se forme una onda estacionaria resonante. Así, esta cavidad resuena como el sonido de una cuerda de violín hace resonar su caja, añadiendo armónicos altos y bajos al tono principal. Son estos armónicos, según Puharich, los que hacen rotar el protón del átomo de hidrógeno, forzándolo a separarse del oxígeno. Las substancias disueltas en el agua influyen en la frecuencia de su resonancia, lo que debía tenerse en cuenta al ajustar la frecuencia del generador. Puharich insiste en que lo que realmente descompone el agua, son los “sonones” elementos o “cuantos” de energía acústica liberados por las frecuencias electromagnéticas.
Naturalmente incluso con esta hipótesis se requiere un aporte de energía, supuestamente del océano energético del punto cero, que algunos de estos armónicos serían capaces de cohesionar y materializar.
Puharich utilizaba una baja frecuencia, solo 600 Hz, con más o menos 5 Hzs, que en un altavoz oiríamos como un sonido agudo, como portadora de frecuencias más altas. Con una célula de este tipo, aplicada al motor de una autocaravana, en 1970, asegura que recorrió casi todo EEUU y México utilizando como único combustible aguas de distintas procedencias, fuentes, ríos, estanques, mar, y hasta agua de nieve. Su patente US Patent 4.394.230, tiene más de 20 años, y ya es de dominio público, por lo que hay un montón de gente intentando replicar el proceso. Sin embargo es muy difícil, ya que hay que acertar exactamente las frecuencias de resonancia y la forma de onda adecuadas, por lo que la mayoría de los inventores se han decantado por procedimiento de Stanley Meyer. Puharich estaba metido en el mundo de lo paranormal, estrechas relaciones con clarividentes, Uri Geller, Ingo Swan, …. no se le tomó en serio.
(Nota personal; lo cierto es que la vida de Puharich es extremadamente excéntrica, y en la película Los Hombres que miraban fijamente a las cabras, se producen extrañas coincidencias que alimentan las teorías conspiranotivas, como el dibujo del ojo de Horus sobre una pirámide supuesto símbolo de la conocida organización satánica de los Iluminati que según muchas de estas teorías, serían los verdaderos amos del Mundo. A pesar de que el autor de este blog cree que existe un gobierno que verdaderamente controla el mundo detrás de bambalinas como diría el exprimer ministro Benjamin Disraeli, no está de acuerdo en general en muchas de estas teorías, aunque si afirma que Puharich fue sin duda un genio incomprendido y que la película tiene un gran sustrato de realidad)
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Dentro de los inventores que han logrado resultados más positivos en la escisión del agua por impulsos eléctricos, quizás el más explícito ha sido Stanley Meyer, que inició sus experiencias en los años 1970, publicando su patente US 4.936.961 del 26-06-1990, Method for the production of a fuel gas, y al invento lo llamó WFC, Water Fuel Cell. Además tenía concedidas otra docena de patentes con variaciones y aplicaciones, en EEUU y Canadá.
Stanley Meyer utilizó impulsos de alto voltaje, mínimo 1.500 V, con intensidades de miliamperios, sobre electrodos actúan como las placas de un condensador sumergido en el agua. Pruebas en Gran Bretaña en presencia del profesor Michael Laughton, decano de Ingeniería en el Mary College, London, del almirante Sir Anthony Griffin, antiguo supervisor de la British Navy, y el Dr Keith Hindley, cabeza de una comisión de químicos que estudió el asunto, demostraron que la célula que Meyer producía una mezcla de hidrógeno/oxígeno, en cantidad muy superior a la estimada con una electrolisis normal. A diferencia de Puharich, Meyer utiliza impulsos de corriente continua, pero su funcionamiento con agua destilada, no conductora, y la baja temperatura de la célula, descartan una electrolisis tipo Faraday.
Según esta comisión, las diferencias con una electrolisis normal, es que Stanley Meyer usa una inductancia o bobina externa que parece resonar con el condensador que forman los electrodos cuyo dieléctrico es el agua, para producir un circuito resonante paralelo. Ello es excitado por un potente generador de impulsos, transformadores, que junto al condensador de la célula y un diodo rectificador, forman un circuito que bombea cargas. Los impulsos de alta frecuencia crean una escala de potenciales crecientes entre los electrodos, hasta que llega un punto en que la molécula agua, el dieléctrico, se rompe y fluye una corriente momentánea. Un circuito auxiliar detecta esta rotura e interrumpe los impulsos, permitiendo al agua “recobrarse”. Esta comisión confirma que con un consumo medio de miliamperios, se obtiene una insospechada cantidad de gas, la célula se mantiene fría, el electrolito es agua destilada, según Faraday imposible entender. La cantidad de gas desprendida es suficiente para mantener una llama que funde el acero en un instante. (Ello, y la baja temperatura de la célula hace pensar que se trata de H atómico) Se lamentan que Stanley no proporcione detalles para duplicarla, a lo que contesta que en su patente hay suficientes.
Stanley Meyer adaptó su WFC a un buggi e hizo numerosas demostraciones con un consumo de un solo galón de agua para 100 millas, (2,36 l de agua por 100 Kms). Parece que había tenido substanciosas ofertas de intereses petroleros, pero consideraba que su invento debía ser patrimonio de la humanidad. El 21 de Marzo de 1998, comiendo en un restaurante con su familia, se levantó gritando que le habían envenenado, corrió a su coche, y cayó muerto en el parking. Tenía 57 años. Se dijo que había sido un aneurisma, pero la policía se entretuvo tres meses en la investigación. Mucho para un simple aneurisma. Su hermano gemelo Stephen ha continuado algunos de sus trabajos, de una manera más discreta, con alguna patente nueva USP Appln. 2005/0246059 ~ Hydroxyl Filling Station (Stephen Meyer).
La principal patente de Meyer, de 1990, ya es de dominio público y un montón de investigadores está trabajando en ello. El más ilustrativo es la reproducción que ha logrado con éxito Naudin, en Junio del 2007, que se ha publicado en se web www.JLNLabs.Org con toda clase de detalles. En una probeta de 1 litro introduce los electrodos, unos tubos de inoxidable de 250 mm de largo y 33 mm de diámetro interior (ánodo) y 30 mm de diámetro exterior (cátodo), uno dentro de otro y separados por aisladores, dejando un espacio de 1,5 mm. Detalla un circuito no demasiado complicado con un generador de impulsos, transformadores, etc, que emite impulsos en diente de sierra, a 1,5 KV. Con una frecuencia de 1.110 MHz logra una resonancia a 0,687 MHz y con frecuencia 0,329 MHz una resonancia de 0,569 MHz. Utiliza agua destilada.
Durante su funcionamiento, en el video que acompaña esta información, se aprecia un impresionante chorro de burbujas, que al desprenderse forman una espesa humareda por encima de la superficie. Son unas burbujas mucho más pequeñas que las obtenidas en una electrolisis corriente. Al desconectar, algunas quedan pegadas al electrodo externo.
Otros investigadores, como Kevin West, Aaron Murakami (muy activo en su perfil de facebook), Ravi Raju, Dave Lawton, también han divulgado sus réplicas con éxito en la red. Los circuitos son distintos pero funcionan. Naudin utiliza bobinas bifilares, con campos magnéticos que se cancelan, en la última etapa de alto voltaje. Según autores como Moray B. King, los campos magnéticos que se cancelan (bucking fields) en estas bobinas, como en las caduceas y en las Moebius, son capaces de cohesionar la ZPE. Otros hablan de la necesidad de un chispero (spark gap) que haga saltar chispas entre dos polos, como las bujías de coche. Un chispero es lo utilizado en las bobinas de Tesla para producir voltajes en alta frecuencia. Todos estos sistemas utilizan agua destilada, ya que al ser el agua el dieléctrico del condensador formado por los mal llamados electrodos, cuanto menos conductora, mejor. El truco de este método es la aplicación en microsegundos, de una escala creciente de altos potenciales, como quién empuja sucesivamente un columpio para que vaya cada vez más alto, hasta que la molécula de agua colapsa o “revienta” y se liberan sus componentes como átomos. Los impulsos se interrumpen por microsegundos, y vuelta a empezar. Tampoco es fácil acertar con las frecuencias de resonancia. Entre los muchos que siguen haciendo pruebas, varios aseguran que han obtenido ganancias de 4 o 5 veces más, con agua destilada, según la energía consumida, en comparación con la clásica de Faraday. No es mucho, pero ya es un rendimiento superior a la unidad.
El principal inconveniente de éstos métodos, es que el gas se libera como una mezcla de O + 2 H, atómicos, enormemente explosiva, y que no se puede almacenar. Su régimen de generación es difícil de regular. Es preciso quemarla a medida que se produce. Ello dificulta su aplicación en automoción, que requería una producción condicionada por la demanda, aceleración, velocidad, subidas y bajadas, etc. Una solución sería su consumo inmediato en célula de combustión, y almacenamiento como energía eléctrica en baterías en un coche eléctrico, que podrían ser mucho más pequeñas.
Sin embargo, este procedimiento sería muy fácilmente aplicable a quemadores, calderas, hornos, etc, ya con la mezcla O + 2H , sola, quemada a medida que se produce, o mezclada con gas natural, butano, gasoil, etc. Son sistemas que funcionan a un régimen relativamente constante, o con lentas variaciones, ya que la reserva energética está en el vapor.
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Otros inventores han patentado sus hallazgos inspirados en Stanley Meyer, el más detallado es quizás el difundido recientemente en Internet, (www.spiritofmaat.com,) Está basado en la patente 6.126.794 del 3 de Octubre del 2000, de Stephen Chambers, Apparatus for producing Orthohydrogen and/or Parahydrogen, con explicaciones comprensibles para que particulares puedan construirse este aparato y aplicarlo a automóviles. Este sistema asegura que puede producir hidrógeno según la demanda del motor, el circuito produce más hidrógeno según se pisa, pero no parece que haya entusiasmado a otros interesados. De todos modos, la minuciosa descripción, con referencias a patentes admitidas, planos, esquemas electrónicos, precauciones, consejos, etc…, no parece de un grupo de bromistas dedicados a hacer perder el tiempo a otros inventores, pero podría tratarse de un señuelo de un consorcio energético con el objetivo de que no funcione, y así desanimar a otros inventores. De todos modos este invento ha sido incluido como link en la web de Jean Louis Naudin, institución que filtra la información que recibe, y si la incluye y difunde aunque no la haya comprobado, es que a su juicio, tiene posibilidades.
En este invento, el consumo energético para escindir el agua y proporcionar la energía para mover un coche, a 12 V, varía desde 0,5 amperios para el ralenti, a 5 amperios para máxima velocidad, o sea entre 6 y 60 watios, lo cual es una cantidad ridícula (menos que las luces). Ella se aplica como onda cuadrada a unos electrodos situados en una pequeña cámara de litro y medio de capacidad. La amplitud de esta onda, no la frecuencia, es la que de acuerdo a la demanda del motor, gradúa la cantidad de hidrógeno y oxígeno liberados, de tal manera que no se almacena peligrosa mezcla sin quemar. Se utiliza agua normal, sin añadirle un electrolito conductor. Lo único que no especifica es la frecuencia necesaria, que está situada entre 10 y 250 KHz. En el esquema electrónico se incluye un circuito para variar esta frecuencia dentro de un amplio margen.
Uno de las explicaciones que dan ciertos visos de seriedad a la patente que da lugar a este informe, es la distinción entre las dos formas moleculares del hidrógeno, Orto y Para, según los spins nucleares sean paralelos o antiparalelos. La relación normal entre la proporciones de ambos tipos es de tres para el Orto y uno para el Para. El tipo Para (antiparalelo) tiene una velocidad de propagación de llama más baja que el Orto. Si al aplicar este aparato a un motor de explosión y éste golpea, pica, y este defecto no se corrige retrasando el avance del encendido, este informe proporciona un circuito adicional con otro electrodo independiente superpuesto a los electrodos normales, y activado por una baja frecuencia, de 19 Hz. Esta frecuencia induce a una mayor proporción de parahidrógeno, de menor velocidad de propagación de llama, con lo que se evita este golpeteo o picado de los pistones. Sin embargo, el complejo esquema electrónico que incluye para producir los impulsos, carece de transformadores y aplica una tensión de electrodos de solo 12 V, lo que lo aleja del sistema de Meyer, que requiere tensiones del orden de KV, lo que resta confianza a la información.
De cuando en cuando, y más recientemente, con la subida de los precios de los carburantes, la prensa española recuerda al inventor extremeño Arturo Estévez Varela, en los años 1970 divulgó su “motor de agua” que oficialmente tildado de fraude o error. En sus primeras demostraciones, con un Seat 600 con 4 baterías de 6 V adicionales y en paralelo, utilizaría un procedimiento tipo Puharich o Meyer, ya que los ingenieros y físicos académicos que lo combatieron sin haber presenciado las pruebas, se apoyaban en Faraday y en el 2º Principio de la Termodinámica, argumentando su imposible funcionamiento. En parte tenían razón, ya que es imposible, según Faraday, que estas baterías puedan suministrar el suficiente hidrógeno para mover el motor. Probablemente acertó por casualidad con el procedimiento y la frecuencia de resonancia idónea para sacudir las moléculas de agua y escindirlas.
Pero en las demostraciones que más tarde se divulgaron profusamente, en Sevilla y otras ciudades, con una moto, Estévez obtenía el hidrógeno añadiendo agua potable sobre un misterioso aditivo. Probablemente boro metálico (aunque se dice que fue paladio), que en contacto con el agua desprende hidrógeno. Así puede hacer una demostración y hacer funcionar un motor, pero el precio del boro en aquella época, y actualmente, es prohibitivo para este fin. A los poderes fácticos les convenía esta demostración, y así, si antes había descubierto otro proceso electrolítico barato, quedaba disimulado a la opinión pública. Una salida astuta para no desacreditar las demostraciones que habían sido ampliamente divulgadas, pero dando a entender que no eran rentables.
El procedimiento de obtener hidrógeno con boro, es muy útil para lograr hidrógeno sobre demanda y no tener que almacenarlo por el peligro que supone y se está investigando en Israel, Instituto Weizmann y en EEUU, Universidad de Minnesota. Se basa en la reacción 2B + 3H2O = B2O3 + 3H2 – 433 kJ. Según esta reacción 54 litros de agua y 20 Kg de boro producirían 6 Kg de hidrógeno.
Estévez utilizaba 1 Kg. de su aditivo secreto para 2,5 litros de agua, para producir 3 metros cúbicos de hidrógeno, (270 gramos) una relación que concuerda con la utilización de boro. En el depósito queda una suspensión acuosa de óxido de boro, que hay que llevar a una planta de reciclado para recuperar el boro metálico. La viabilidad del sistema depende de hallar un proceso muy económico para reducir el óxido de boro a la forma metálica y volverlo a utilizar, lo que requiere una energía considerable. Para ello, además habría que presentarlo como varillas o láminas con gran superficie, para ser fácilmente atacado por el agua, pero el boro es un metal muy duro.
Francisco Pacheco (aquí su patente Pacheco Bi-Polar Autoelectrolytic Hydrogen Generator, US Pat 5.098.107 del 18 de Febrero de 1992) fue un ingeniero boliviano que había escuchado rumores sobre un sacerdote alemán, que aprovechando residuos minerales de su país, había construido una pila que proporcionaba 3 V. Intentó reproducirla, pero una violenta explosión le indicó que además producía hidrógeno. Así ideó un generador de hidrógeno que era capaz de alimentar un motor de explosión. En 1942 el vicepresidente de EEUU, Henry Wallace, en una visita oficial a Bolivia, vio, acompañado del presidente boliviano, el general Enrique Peñaranda, como el generador de Pacheco alimentaba un motor de coche. Ambos lo animaron a presentar su invento en EEUU. En 1943, Pacheco llegó a EEUU con recomendaciones para las más altas autoridades civiles y militares, e hizo demostraciones en la oficina de patentes de Washington para solicitar patentes, pero en plena guerra mundial, a pesar de las demostraciones, no le hicieron caso. Se mudó definitivamente a EEUU, en donde trabajó para Defensa, mientras en el sótano de su casa seguía con sus experimentos. A pesar de sus contactos y amistades con políticos, senadores, directivos de empresas, repitiendo y demostrando su invento, no logró un interés oficial. En 1977 Pacheco adaptó su generador para proporcionar toda la energía necesaria al edificio donde tenía su vivienda, lo cual fue comprobado por el comisionado de energía de New Jersey y su equipo, pero otra vez nada. Demostraciones en TV, resaltaron un fallo de un motor, y silenciaron los éxitos. En 1979, en la Exposición Internacional de Inventores, su generador funcionó durante 5 días consecutivos, produciendo hidrógeno sobre demanda y energía térmica. Recibió una placa de mérito y medallas, pero ni caso. Pacheco murió en 1992. Su esposa e hija regresaron a Bolivia, pero su nieto Edmundo se quedó en EEUU, en donde sigue las ideas y patentes de su abuelo.
La originalidad del generador Pacheco reside en que funciona como una pila, cuya corriente eléctrica interna es la que origina la electrolisis. Su concepto es difícil de entender. Utiliza un cátodo formado por varias placas de acero inoxidable, pero el ánodo llama la atención. Consiste en placas de magnesio y aluminio, separadas entre sí por tabiques permeables aislantes, y alternadas con las del cátodo. Se trata de un ánodo de sacrificio que se va erosionando, pero al parecer es de prolongada duración. Para interrumpir la producción de hidrógeno, además de cortar el circuito, hay que incomunicar los dos elementos del ánodo. Requiere una pequeña adición de sal, con agua de mar funciona perfectamente. A pesar de ello, en el gas emitido no se detecta cloro. No se comprende el papel de los tabiques permeables, pero con ellos, la producción de hidrógeno es muy superior a la que podría esperarse, y ello se reasalta en la patente. Parece como si el aluminio y el magnesio fueran acumuladores de la energía eléctrica consumida en su elaboración a partir de la bauxita y del cloruro magnésico del agua marina, y esta energía se liberara en esa célula. Su baja tensión de 1,5 V hace pensar que puede tratarse de hidrógeno atómico.
El inconveniente más importante de ese invento, podría ser el vertido del líquido de la célula una vez se haya acumulado en él una excesiva cantidad de hidróxidos y sales de magnesio y aluminio.
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Dentro de los sistemas más factibles, y ya con cientos de unidades funcionando, está el proceso Pantone, divulgado con el nombre de GEET, Global Environmental Energy Technology Patentes US 005794601A1 y WO 9614501A1, (18 Agosto 1998) por Paul Pantone, de Utah.
Es un sistema mixto, que utiliza una mezcla de carburante y agua, en la que ésta puede llegar al 80 % de la mezcla. Consiste en un reactor por el que pasa la mezcla agua carburante, y en el que un supuesto plasma además de refinar el carburante, si se trata debidamente basta para disociar el agua en hidrógeno y oxígeno. Este reactor consta de un tubo de unos 40 cm de largo y de unos 30 mm. de diámetro interior, dentro del cual se inserta bien centrada, una varilla de acero de unos 27- 28 mm, de diámetro, de modo que quede un espacio de 1 a 1,5 mm a su alrededor.
Este tubo está rodeado de otro por el que pasan los gases de escape, calentando el conjunto. La mezcla de agua en forma de vapor y pequeñas gotas, y el carburante, procedentes de un depósito de borboteo, pasan a gran velocidad y describiendo un movimiento helicoidal por este espacio, en medio de una tormenta de chispas que inducen las cargas estáticas que forman las gotas de agua al rozar con las paredes del tubo y de la varilla, que terminan conformando algo parecido a un plasma. Llama la atención que, durante el funcionamiento, esta varilla se imanta tan intensamente que se aconseja no acercar a ella tarjetas de crédito u otros elementos con memorias magnéticas, y al parar mantiene una imantación residual. Según Pantone, este reactor es capaz de “digerir” cualquier carburante, por sucio que sea, como petróleo bruto, desechos de aceites de motor, de aceites de fritura, ya que actúa como la función cracking de una refinería. Pero es difícil de creer que funcione con ácido sulfúrico de baterías, o con Coca Cola, como asegura Pantone, lo que ha generado un lógico escepticismo. (el autor del blog afirma que el motor puede funcionar con todos estos subproductos, lo cual no quiere decir que aumenten su eficencia, solo que funcionar funciona perfectamente).
Muchos años antes, en 30 de Septiembre de 1982, el ingeniero francés y dueño de un taller de reparaciones, Jean Pierre Chambrin, había publicado, su patente WO/1982/003249 “Un reactor para transformar agua y carburantes en una mezcla combustible”. Chambrin podía haberse inspirado en un fenómeno descubierto en 1875 por los ingleses Armstrong y Thomasi. Éstos, al investigar accidentes producidos por descargas eléctricas en máquinas de vapor, comprobaron que un chorro de vapor arrastrando gotitas rozando una plancha de hierro, daba lugar a descargas eléctricas con chispas. Basándose es ese fenómeno idearon una especie de generador, en el que el vapor al pasar por unos tubos creaba cargas estáticas que producían chispas de hasta 60 cm. El sistema de Chambrin consiste en un haz de tubos y varillas en paralelo por el que pasa una mezcla de vapor de agua y carburante, antes de su combustión. Parece que Chambrin se esfumó o desapareció de la escena de los inventores, y otros como Pantone, se han apropiado del proceso (aunque de ser cierto, teniendo en cuenta toda la cruzada de Pantone por la verdad, sería cualquier cosa menos denunciable).
Pantone afirma que la idea surgió de una suerte de inspiración divina, pero conocería la patente del proceso Chambrin, y tuvo la valentía de simplificarlo con un solo tubo y varilla, probarlo en automóviles con ensayos que duraron más de 10 años, e intentar comercializarlo. Pantone ha sido juzgado repetidas veces y declarado culpable de estafa, violencia doméstica, y algo más. Tres años recluido en un hospital psiquiátrico, en condiciones, según sus amigos, similares a los prisioneros de Guantánamo. Para unos un granuja y sinvergüenza. Para otros una víctima de la “Conspiración”. Sea lo que sea, no se le puede negar el mérito de haber divulgado el procedimiento, facilitando instrucciones, planos, etc., para que cualquier mañoso pudiera construirse su reactor. Sería más justo y correcto llamar Chambrin-Pantone a este procedimiento.
A pesar de la desconfianza que acarrea la publicidad y trayectoria profesional y privada de Pantone, y compañía, que está en la lista negra de inventores estafadores y fraudulentos, Jean Louis Naudin, sospechando algo serio, y siguiendo los planos de Pantone, adaptó reactores caseros, construidos con piezas de fontanería que se encuentran en centros de bricolaje, a motores Honda y Tecumseh de cuatro tiempos, un grupo electrógeno, un motocultor y una segadora de césped. Las primeras pruebas, efectuadas a finales del 2.000 y principio del 2001, con 75 % de agua y 25 % de gasolina, con una segadora de césped, resultaron un éxito. La potencia se mantenía y los gases de escape, mucho más fríos, eran inodoros, y no manchaban un pañuelo. Las comprobaciones efectuadas con el analizador de gases de un taller, mostraban una casi total desaparición del CO y de hidrocarburos sin quemar, con un significativo aumento de oxígeno. Son datos reveladores de que en el reactor ocurre algo inusual, a pesar de que el mismo Naudin consideraba estas pruebas algo chapuceras y muy lejos de ser perfectas. Se hallan publicadas, con toda clase de detalles e instrucciones, en versiones en francés e inglés, para el que quiera repetirlas. Naudin certifica sin reservas que aquello funciona. El mayor especialista francés en este sistema, es el colaborador de Naudin, Michel David que ha hecho un montón de ensayos en motores, tractores, quemadores, etc. Su información es muy fiable. Ha publicado planos e instrucciones detalladas para que construir un reactor con materiales fácilmente disponibles, y aplicarlo a motores.
Quizás la información más rigurosa, es la tesina de Christophe Martz para obtener su diploma de ingeniero mecánico, en la Ecole Nationale Supérieure des Arts et Industries de Strasbourg, titulada Elaboration d’un banc d’essai et caractérisations du procédé GEET de P. Pantone à reformage d’hydrocarbures. (Octubre de 2001) Utiliza un grupo electrógeno con motor de explosión para relacionar la energía producida por el alternador con el consumo del motor. Los resultados sobre rendimiento, poco significativos, son poco fiables, pues este motor adaptado a gasolina, no disponía de sistema de avance de encendido, fundamental cuando se utilizan otros carburantes gaseosos. Sin embargo en los análisis de gases efectuados por cromatografía, se constata una desaparición de carbono. Según las ecuaciones de combustión, en los gases de escape, muy limpios, la suma CO2 + CO, debería dar entre 16 y 14 %, y solo sale el 6 %. Casi desaparición del CO y de residuos de hidrocarburos, con un aumento significativo del oxígeno. En los gases de salida del reactor, o sea antes de entrar en el motor, apenas se encuentra hidrógeno, pero sí un gas hidrogenado de bajo peso molecular, con olor a éter y con un poder energético similar al hidrógeno.
Es muy significativa la diferencia de volatilidad, comprobada por cromatografía de gases, de los gases entre la entrada y salida del reactor. Los de entrada, mezcla de vapores de agua y gasolina, son mucho menos volátiles que la mezcla de salida, de muy alta volatilidad, lo que indica reacciones entre el agua y el carburante. El registro de temperaturas dentro del reactor, indica una zona muy caliente de 400º C en el lado de la entrada de gases, seguida, y casi adyacente e inmediata, de una más fría, 100º C; indicaría reacciones exotérmicas y endotérmicas. La barra, después de varias horas de funcionamiento, presenta unas señales en espiral, que confirmaría la circulación vorticial de los gases, con una velocidad estimada de 1000 m/segundo.
Esquema motor Pantone
Sistema Gilles-Pantone aplicado a un tractor.
Sistema Gilles-Pantone.
Ha sido en Francia, en donde a raíz de las experiencias del equipo Naudin, en donde se ha aplicado más el proceso Chambrin-Pantone, con modificaciones. Uno de los inconvenientes del sistema original Pantone, es la mezcla en un solo depósito de borboteo del agua y el carburante, de densidades y puntos de ebullición muy distintos, lo que impide una mezcla regular en la admisión, y que además no sería admisible legalmente. Se han probado borboteos con dos depósitos, carburadores especiales, etc… modificaciones que tampoco son legales y serían rechazadas en cualquier inspección de ITV.
Como salvaguardia, un agricultor llamado Gillier, mantuvo en un tractor el sistema de inyección original de gasoil, y solo hacía pasar agua por el reactor, del que salía un gas, que mezclado con aire introducía en la admisión de gases. Un burbujeador con agua, calentado por el gas de escape que previamente había calentado el reactor, producía vapor arrastrando gotitas, que entraban en el reactor, con su salida en filtro de admisión del motor. Regulando la aspiración, conseguía el flujo deseado. Solo tenía que modificar el escape y así entraba en la legalidad. Quizás no es tan efectivo como con la mezcla carburante agua pasando por el reactor, pero parece que se obtienen ganancias entre el 10 y 40 %. En Francia cientos de tractores lo han aplicado, que en memoria de Gillier, lo han llamado Pantone-Gillier o Sistema G. Su adaptación a automóviles es más difícil por el poco espacio libre en el compartimiento motor, pero aún así una cincuentena de coches, en su mayor parte Renault, Citröen, Peugeot y Mercedes, han informado de su instalación. Una de las condiciones para un correcto rendimiento del sistema, es un funcionamiento regular y seguido del motor, lo que en un tractor es normal, pero en un coche no tanto. Los motores deben arrancarse con el carburante habitual, ya que solo cuando el tubo de escape está muy caliente, no empieza a hervir el agua para producir el vapor que arrastra las gotas que entran en el reactor. También en embarcaciones como un pesquero con un motor de 300 CV, como una batería de 4 reactores en paralelo. En Septiembre de 2006 este sistema G se adaptó a un pequeño helicóptero biplaza, lo que permitió incrementar su autonomía en un 33 %. Si bien un fallo de motor en un tractor no tiene consecuencias, en un helicóptero la situación sería peligrosa, y en un pesquero delicada. Los que lo instalaron tendrían una confianza absoluta en el sistema.
Falta de una explicación científica coherente de lo que ocurre en el reactor. Las dimensiones de la barra son un factor esencial. Si es demasiado corta se calienta demasiado y si demasiado larga se enfría excesivamente. No es posible hacer cálculos teóricos y hay que obrar por tanteo. Ello ha dado lugar a rendimientos variables lo que ha proporcionado argumentos a los contrarios. Aparte rendimientos, en lo que hay acuerdo, es que la instalación del Sistema G, mejora considerablemente la calidad de los gases de escape, y obre todo en motores viejos con inyección defectuosa que emiten muchos humos, que así desaparecen. La ausencia de carbonilla abrasiva, prolonga la vida de los motores.
Dentro de estas controversias, al menos hay que aceptar que se producen fenómenos inusuales:
1º La barra de acero se imanta fuertemente sin necesidad de otro imán o solenoide, y conserva una imantación residual. Si se quita esta barra y se invierte su posición, el reactor no funciona.
2º En esta misma barra se registran diferenciales de temperaturas de 400º a 100º, en zonas adyacentes,
3º Cuando se introduce una alimentación mixta, carburante + agua, se produce una desaparición del 60 % del carbono en forma CO2 y CO.
4º Los gases de salida del reactor, o sea antes de entrar en el motor, son mucho más volátiles que en la entrada, y con olor a éter. Pero no se detecta un aumento significativo de hidrógeno. ¿Cabría pensar en una reacción de hidrogenación de fracciones del carburante?
5º En los gases de escape, hay un incremento notable en oxígeno (todo esto contrastado por el autor de este blog in situ, quizás lo más espectacular no sea el menor consumo sino este sorprendente hecho), lo que puede ser prueba de que proceda del agua, y que no se ha combinado como parece que ha hecho el hidrógeno.
6º El funcionamiento correcto, requiere la presencia de microgotas de agua arrastradas por el vapor. Un vapor limpio y seco, sin gotas, no es operativo. Las gotas son necesarias para que al rozar con las superficies del tubo y de la barra, las carguen eléctricamente y se produzcan millones de chispas. Una verdadera tormenta eléctrica en este espacio de 1 mm. por donde circulan los gases en un movimiento vorticial. Si realmente en el reactor se produce un plasma, lo que este fenómeno eléctrico hace suponer, pueden darse las circunstancias ideales para la disociación del agua. Los plasmas son sistemas no lineales y alejados del equilibrio, que permiten la cohesión de la Energía del Punto Cero (Borrás Gabarró da aquí en el clavo del quid de la cuestión). Los vórtices (ver mi artículo anterior sobre Flanagan) también son capaces de cohesionarla, y aquí hay una combinación de ambos. Todo ello prueba que en el tubo reactor se producen reacciones u otros fenómenos anómalos desde el punto de vista académico actual, que induce a creer en una captación o cohesión de este océano energético.
Sería muy útil conocer la composición de gases a la salida del reactor, con el Sistema G, o sea utilizando solo agua. Ello requiere unos trabajos de laboratorio que probablemente se hacen, pero se mantienen en secreto. Parece que Renault y BMW han mostrado interés por el sistema, y si ello fuera cierto, lo lógico es que hayan efectuado ensayos que no interesa divulgar. Si en estos sistemas intervienen energías como la del Punto Cero, o de otro nivel dimensional, cuyas leyes no conocemos, los experimentos son poco reproducibles. Un tractor con el sistema G, un día podrá mejorar el rendimiento en un 40% y otro día nada, aunque a la larga puede obtener una ganancia media muy interesante de un 20%. Pero un fabricante de coches tiene que garantizar unos mínimos constantes, lo que ahora todavía no puede. Paul Pantone tuvo demandas judiciales porque sus GEET fallaban frecuentemente. Un ejemplo de la poca reproducibilidad cuando se trata de cohesionar energías caóticas de otros niveles, son los resultados hallados por Naudin en sus pruebas del proceso Langmuir, cuyo rendimiento, aunque siempre positivo, era muy variable.
Una hipótesis más ortodoxa que apoyaría el proceso Chambrin-Pantone, sin apelar a energías de otros niveles, es que del reactor sale un gas, aunque sea en pequeña proporción, que proporciona una mayor energía cinética a la explosión, y que optimiza la combustión de los carburantes habituales, como la inyección de solo una pequeña proporción de hidrógeno, mejoraba extraordinariamente el rendimiento de los motores de los dirigibles alemanes. Aún así, es probable que los fabricantes de coches necesiten muchos años de experiencias antes de comercializar estos sistemas. Se pueden hacer simulaciones por ordenador para optimizar el proceso. Pero sin conocer las leyes que lo rigen, es imposible diseñar un programa informático fiable.
Con todos sus inconvenientes, de momento, por su sencillez y seguridad parece el sistema más inmediato, y que descartando rendimientos garantizados, represente a la larga un balance interesante y una notable mejora en las emisiones, con una reducción importante de las emisiones de CO2. Otra ventaja de este proceso, es que al utilizar en parte carburantes fósiles, no alarma excesivamente a los intereses petroleros, ni a los gobiernos que obtienen cuantiosos ingresos por impuestos, que en España son unos 20.000 millones de € anuales.
La información más amplia de su utilización y experiencias en Francia y Alemania, se puede hallar en www.quanthomme fr u org.
Llama la atención que con una preferencia por los motores y automóviles, y después de 10 años de las primeras experiencias de Naudin, David y Martz, no se haya divulgado información sobre la aplicación del proceso Chambrin-Pantone a quemadores de calderas, hornos, cerámicas, cementeras, centrales eléctricas, etc., que totalizan un consumo de combustibles fósiles equivalente al de la automoción.
Sería muy interesante ver lo que ocurre al utilizar en un reactor de ese tipo, mezclas de gas natural, propano, butano, con vapor de agua arrastrando gotas, o con una ebuLlización de agua. O simplemente, solo introduciendo el agua por el reactor, como en el Sistema G. Se podrían esperar ganancias en los rendimientos, menores consumos de gas y menos CO2, en el sector industrial, eléctrico y doméstico que representa la totalidad del consumo de gas. Además, todavía hay muchas calderas y hornos funcionando con gasoil, lo que implicaría otro tipo de pruebas.
Se puede iniciar con simples experiencias de balances energéticos que no requieren ninguna instrumentación especial. Solo contadores, medidores de flujo y termómetros. Incluso podría utilizarse un calentador de agua doméstico., con un pequeño reactor, entre 10 y 20 mm de diámetro y 20 a 30 cm de largo, Habría que ensayar diversos diseños, y mezclas de agua y gas en distintas proporciones, fáciles de obtener con burbujeadotes o carburadores y el sistema de calentamiento del reactor. Las combinaciones de gas-agua son mucho más fáciles de ajustar que con vapores de carburantes líquidos. Son pruebas más sencillas que en los motores, ya que los balances energéticos son mucho más fáciles de estimar. Naturalmente, una vez comprobada una mejora de rendimiento con un ahorro de carburante para obtener las mismas calorías, habría que ir a su optimización, con análisis de gases etc,
En una web de Pantone, se cuenta que una panificadora utilizaba los humos de la combustión de neumáticos, con su reactor, para calentar el horno, y así, además, los humos de salida eran limpios, pero es difícil de creer. Michel David divulgó una experiencia muy simple con un quemador tipo soplete utilizando fuel pesado, que a los pocos minutos de funcionamiento, cuando ya se había calentado el reactor, proporcionaba una llama azul muy caliente que fundía el acero, pero no evaluó rendimientos. Prometía continuar las experiencias, pero si lo hizo no lo ha divulgado. (se trataría sin duda de Gas de Brown)
Es probable que, después del 2001, se hayan hecho experiencias de este tipo, pero no ha interesado divulgarlas. Imaginemos una ganancia media de rendimiento de solo un 10 %, lo que representaría en la factura del gas de la UE y con una emisión menor de CO2.
Nota final; Me parece interesante hacer referencia a los manuales de celdas de HHO y otros sistemas de electrólisis convencionales de George Wiseman y su fundación Eagle Research. También dispongo de información sobre este tema para el lector que esté interesado.